De la 'Cláusula de infidelidad' al 'alquiler'. Unívocos, equívocos y todo lo demás.
No escribiré nombres ni subiré fotografías. El chisme está a la orden del día, y no es necesario ser un experto en el juego del billar 'de tres bandas' para saber cómo terminará todo esto.
La pareja que recién se ha montado en el tsunami mediático que goza con encumbrar y destrozar, alabar y señalar, festejar y denigrar, no fue muy consciente de lo que enfrentaba. La inmadurez de ambos contrayentes resulta apabullante, y quien saldrá ganando será la familia de la novia, así como la novia misma.
Cual si se tratase de un moderno Casanova, el contrayente se ha forjado a pulso una fama que permite a quienes estén interesados, apostar sobre seguro. Y eso, en cualquiera de las dos situaciones posibles: a favor o en contra.
Así que el patriarca de la familia de la novia ha ido sobre seguro, proponiendo una suma contable de aproximadamente 11,111.11 dólares diarios, para el caso en que hubiese alguna infidelidad, como reparación por el daño, para un límite fijo de tres años y, vistas así las cosas, más que un mero acuerdo prenupcial nos encontramos ante una tarifa de alquiler con un condicionante por demás curioso:
Si guardas fidelidad, la muchacha es tuya, 'de gratis'. De lo contrario, deberás pagar una 'penalización' [sería mejor, una tarifa de alquiler] de los once mil dólares y fracción ya mencionados por cada día considerado en el plazo de esos hipotéticos tres años.
Eso es jugar a lo seguro y tales negocios, según se ven las cosas, no serán propicios para el novio, quien ya viene enrachado [y esto por no decir, como se acostumbra por estos lares, 'maleado'].
1794.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.
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