Bach palideció al escuchar 5 compases de Vivaldi, -quien los escribió, sin saberlo, pensando en Paganini-.

Para efectos prácticos, diremos que Vivaldi y Bach fueron contemporáneos.

Sabida es la afición de Bach de transponer conciertos de Vivaldi vertiéndolos con todo y basso continuo en órgano, y que más que meros ejercicios organísticos eran a la vez homenaje y aprendizaje. También se sabe que Bach es el maestro insuperable del contrapunto. Y que si siguiésemos hablando de Bach, no terminaríamos nunca.

Igualmente, lo mismo sucedería si soltásemos esto y aquello sobre Vivaldi. Ambos, cúlmenes y pináculos de ciertas corrientes artísticas y también de ciertas visiones del mundo que, más que antagonistas, se complementaron sin saberlo.

Pero, entrando en el terreno de las meras posibilidades, comentaré lo siguiente.

Mi historia con las Cuatro Estaciones de Vivaldi es vieja. Las escuché por primera vez cuando tenía recién cumplidos 13 años. Grabadas en un cassettito directo de un disco de vinil, y por desgracia nunca supe quiénes eran ni el solista ni el ensamble. Por esa misma época escuché a Erich Kleiber dirigiendo la 5ta. Sinfonía de Beethoven y el Divertimento en Mi bemol mayor K. 563 de Mozart, con el Trío Kehr. [Sigo, hasta hoy, considerando que esa obra y esa interpretación son el non plus ultra de Mozart. Y si pudiera emparejar interpretaciones, sería con la del Requiem bajo la batuta de Karajan, también referencia obligada y casi cuestión de 'cultura general'.]

Los cuatro conciertos que conforman Las Estaciones de Vivaldi, tienen una línea bien clara en la parte solista. Y cuando tuve oportunidad de ver la partitura con todos los instrumentos, me quedé asombrado de que aquellas notas tan aparentemente sencillas, en repeticiones inverosímiles, pudiesen producir un sonido como aquel.

Los cuatro conciertos transcurren con las dinámicas que hicieron a Alejo Carpentier decir que Vivaldi escribió [o reescribió] el mismo concierto quinientas veces, así que, desde la primera audición, hubo un pasaje que me sobresaltó, y siempre que escucho la obra, sigue dejándome con las neuronas fritas.

Mi hija, en estos momentos, está en una etapa de descubrimiento y tan pronto me pone en el amplificador de sonido las Estaciones, el Vals número 2 de Shostakovich, O Fortuna de Karl Orff, el Vals de las flores de Tchaikovsky, la Danza Húngara número 5 de Brahms o las Czardas de Vittorio Monti. Así que seguido escucho, oigo o tarareo [baraje las opciones en el orden que desee] a Vivaldi y poco a poco va ensanchándose el horizonte. Que incluye el Oboe Concerto 2 de Albinoni y el Dies Irae del Requiem de Verdi.

Así, busqué y consulté nuevamente aquellos pdfs con esos 4 conciertos de Vivaldi y ví, al llegar a ese pasaje, algo que en un primer momento no pude creer.

Vivaldi se atreve, como si estuviese viendo el futuro y lo que sería la obra violinística cien años más tarde, a sostener una nota por tres compases -nueve tiempos- y después a sostener individualmente otros dos compases una blanca con punto mientras lleva una línea acompañante de corcheas cuyo efecto es, total y absolutamente, moderno.* [Otro tanto sucede con cierto concierto de Mercadante, sobre el que quizás escribiré después.]

Aventuraré una hipótesis, de esas que cualquier especialista en Bach y en Vivaldi podrían refutar o confirmar con un leve movimiento de cuello y testa. Bach sobrevivió alrededor de 9 años a Vivaldi. Y éste, al componer una suite con el nombre gigantesco de 'Il cimento dell'armonia e dell'inventione' no debió pasar desapercibido para Bach, quien a su vez compuso otra obra que sigue haciendo sufrir y temblar por igual a pupilos y maestros en cuanto conservatorio se precie de serlo cuyo nombre, más compacto es igualmente contundente: 'Das Wohltemperierte Klavier'.

Ya podemos ver que entrambos sabían lo que hacían, y cómo nombraban sus respectivas obras.

He revisado algunas partituras para violín solista de Bach. También algunas otras de Vivaldi, y sabiendo que en cualquier momento alguien puede llegar a 'desmentirme', o a rebatir lo aquí dicho, afirmaré la superioridad de esos 5 compases sobre cualquier otra pieza para violín solista de Bach. Esto, por lo siguiente: en la famosa Partita número 2, vemos que Bach añade compás tras compás los acordes con los que sustenta la pieza. No obstante, esos acordes, en ningún caso sobrepasan la duración de un tiempo, y, por las dinámicas mismas de la composición, al requerir forzosamente ser interpretados como arpegios, no pueden conseguir el efecto ni alcanzar la sofisticación de Vivaldi. No es que Bach no hubiese trabajado con tales elementos, la obra organística y precisamente, las composiciones de El clave bien temperado lo muestran. Pero no pensó, no podía pensar o encontrar, un uso práctico para el recurso que Vivaldi emplea, osadamente, en ese último movimiento del segundo concierto.

Paganini tomaría esta posibilidad llevándola al límite, y lo demás es historia y como tal, puede consultarse en los libros de texto.

Pero, créame, estimado lector, que una vez que identifique y escuche esos 5 compases, nunca más volverá a escuchar a Vivaldi de la misma forma.

Se lo aseguro.

*El pasaje mencionado abarca los compases 74 a 78, y pueden escucharse en la excelente interpretación de Cynthia Miller Freivogel y el ensamble Voices of Music, en el minuto 9:09.

1787.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios