La maquinaria funciona [de hecho, es perfecta]: 'Oppenheimer' no será nominada en la categoría "Mejores Efectos Visuales".
Quien esté al tanto de los dislates que de vez en vez aparecen en este blog, tendrá la referencia inmediata de un post que publiqué hace algunos días sobre el tema de Oppenheimer y los óscares, y cómo es más que probable que se lleve varios y, precisamente, no por razones cinematográficas.
Al consultar ese telefonito que cada día, créame, Estimado Lector, intento que no sea más inteligente que yo, me llegó un encabezado con la noticia que inmediatamente situé en su contexto y confirma, más que demerita, lo que dije en el otro post ya mencionado.
¿Recuerda usted algún 'meme' perteneciente a esa categoría tipo 'me corrieron de la librería porque puse la biblia en la sección de ciencia ficción', o 'me corrieron de la biblioteca porque puse los libros de cálculo en la sección de terror' y demás escenarios afines?
Pretender que la fementida recreación artesanal de una explosión atómica que cimbró con reels, memes y capturas de frames y que simula el par de detonaciones que sacudieron la isla nipona vaporizando instantáneamente miles de personas y, peor aún, meros 'civiles', pueda concursar en el certamen precisamente en el área de 'mejores efectos visuales', habría manchado irremediable e irrecuperablemente la apología que muestra y demuestra este filme.
[Recordemos que Nolan se ha hecho fama por la negativa de emplear cgi más de lo necesario y ceñirse devota y artesanalmente a los efectos de cámara y tomas, regodeándose en la maestría que ha adquirido al conseguir con maquetes y utilería lo que otros podrían imitar con algunos clics en una computadora, pero difícilmente podrían superar. Así que, negándole a Oppenheimer la posibilidad de concursar en dicha categoría -utilizando los argumentos que se quieran- se está, implícita e inmediatamente, validando su valía y destreza en tal área, situando su recreación de esa detonación que ya es parte del imaginario popular en un nivel en el que no alcanzan los premios, galardones o reconocimientos (y todo mundo sabe, incluida la Academia, que no los necesita).]
Una película que intente ser medianamente creíble y requiera, de manera urgente y desesperada, mantener un mínimo de credibilidad 'moral' -aunque en el fondo no la tenga-, evitará hacer mofa y cerrará filas para evitar en lo posible que exista alguna situación o controversia que merme el resultado esperado. La situación contraria habría sido el acabóse y no es mera coincidencia que hace tan sólo un par de días, se haya regado también en las redes la rimbombante noticia de que Oppenheimer sí será proyectada en Japón... en el 2024 y por una 'distribuidora independiente'.
Se aduce que la razón que llevó a permitir esto último fue que, según lo que puede leerse en varios portales y que repiten las mismas palabras, después de meses de deliberación se llegó a la conclusión siguiente:
Después de proyectar la película, sentimos que Christopher Nolan ha creado una experiencia cinematográfica singular que trasciende la narración tradicional y debe verse en la pantalla grande. Invitamos a la audiencia a ver la película con sus propios ojos cuando se estrene en Japón.
Es decir: Japón permitirá la proyección de Oppenheimer en cuanto cine, no en cuanto 'biopic'.
Ante la miope mirada yankee y también la miope mirada de quienes hoy permiten el genocidio en Palestina, esto es un espaldarazo en favor de la política intervencionista norteamericana, que apadrina a quienes apadrina de maneras y formas grotescas, echando mano de la extorsión política y económica y de paso, justificando con una ya experimentada estrategia que consiste en echar en espaldas ajenas las culpas y fracasos adjudicándose al mismo tiempo los éxitos ajenos.
La proyección del filme 'justifica' -en todos los sentidos y en todos los niveles- el argumento del filme, y la exclusión del mismo en la categoría donde Nolan es un maestro entre los maestros, son una jugada perfecta, producto de una maquinaria que no sólo funciona, sino que es capaz de abarrotar los servicios de streaming y de paso, dejar su impronta en la memoria y cultura popular -y mundial-, sintiéndose al mismo tiempo, salvadores del mundo, de la política... y de la cinematografía.
1768.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.
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