¿Hemos llegado al límite? Espóilers, derivados e inclusión, o la entendible fascinación que causa 'The Fall of the House of Usher'.
[Hablaré de los primeros 4 episodios de esa miniserie, que según se ve, tiene poco más que ofrecer visto el derrotero que lleva.]
¿Es posible 'espoilear' a Poe?
No es una pregunta ociosa, tampoco una pregunta vana.
La gran casa productora de series y películas (quien al parecer, también percibe que ese nicho de mercado está yéndose a pique y dará entrada a videojuegos basados en algunas de sus series más exitosas), se ha hecho con otro éxito y con ello, quizás conscientemente, está fortaleciendo y apuntalando ese algoritmo estadístico que le permite generar media docena de series realmente exitosas entre la innumerable marea de series que pasan sin pena y sin gloria y que aparecen y son retiradas del catálogo según el capricho de sus directivos.
Perdida en la historia de la literatura y casi olvidada en nuestros días, el 'centón' fue una forma poética que se desarrolló de manera más o menos constante hasta finales del siglo XIX. Hoy es una forma en desuso y acaso habrá alguien jugando en el plano meramente teórico o ejercitándose con las formas y figuras literarias que en este siglo se haya medido con esa figura y que haya podido hacerlo de una manera no ya meramente decente, sino original y notable.
Porque, en cuanto tal, el centón es engañosamente fácil. Salvaguardando las distancias, podría equipararlo con los haikús -que no con las minificciones, a las que ya sabrá el poco probable lector de este blog dejado de la mano de Dios que no soy afecto-: el modus operandi consiste netamente en tomar fragmentos, versos enteros, uniéndolos de manera orgánica y armoniosa, para 'generar' un nuevo poema, con nuevas connotaciones y también con una nueva intención, a veces confrontando el sentido y la intención de los poemas originales de los cuales se tomaron prestados dichos materiales.
Ahora bien, el centón era a la vez un ejercicio malabarístico literario y, simultáneamente -esto lo sabían los oyentes o dedicatarios de las obras- verdaderos exámenes que permitían constatar el nivel de conocimiento y dominio de una corriente o autor determinado. No era inusual que un centón incluyese citas oscuras, que sólo el más acérrimo lector de un autor determinado podría haber ubicado, y al encontrarse frente a esa figura, disfrutado con la inclusión y el brillo que le daba encontrar esa cita en otro contexto y como parte integral de una idea completamente nueva o, quedándose en lo más inmediato, dotada de una connotación contraria a la intención original del verso.
The Fall of the House of Usher intenta jugar con un ensamble de historias, hilvanadas más o menos con un hilo común donde se engarzan todos los vicios y también permisos que puede gozar, disfrutar y sufrir por igual, cualquier familia de esas que conforman el 1% del 1%.
La parte más notable y más escandalosa no se encuentra en las escenas más o menos explícitas que muestran y demuestran los encuentros lésbicos u homosexuales, y ni siquiera el trato no-binario que se da a algunos personajes principales. Tampoco en el goce de drogas sintéticas o en el abuso del alcohol. Resalta, en el tercer episodio, ese diálogo donde se teoriza qué hacer cuando 'la vida te da limones'.
Al hacer su alegato ante una corte que se adivina comprada por los Usher, Auguste deja en claro que para él es innegable, inmediatamente comprobable, que las familias como los Usher están encima de la ley, y son intocables. A sabiendas que todo juicio de antemano está vendido y entrampado, se enfrasca en una última lucha, con la ventaja de contar con un informante, o delator.
Pero, y en esto radica el 'pero', no es el juicio, el jurado, no es el sistema de justicia ni la sociedad la que está entrampada: es la vida misma la que lleva una trampa, y es esa dama que se pasea a sus anchas y que, sin importar linajes, logros, traiciones, crímenes, amores y odios, a todos trata por igual, concediendo por capricho y sin sentirse obligada a nada y con nadie, decide de manera siempre arbitraria cuándo habrá se pasar su hoz y cegar vidas y dinastías completas dejando apenas un débil recuerdo de las mismas sobre la faz de la tierra.
No es lo gótico, el horror, el crimen, el libertinaje o la degradación, es la abjuración total de todo derecho a tomar una decisión que persista y que soporte el embate de la memoria y de la condena o la redención, en ello radica la fascinación por el crimen y el castigo, las vidas y los hombres, las muertes y las derrotas.
Ya lo dijo el Dante hará cosa de 700 años, 'nessum maggior dolore...'
Y al parecer, en estos 700 años las cosas no han cambiado un ápice... y según se ve, eso es algo que jamás cambiará.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.
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