Colin Farrell.
No figura en la lista de mis favoritos, es decir, no pagaría por ver en el cine -con palomitas y refresco- alguna de sus películas. Colin Farrell, desde los cortos y 'avances' de varias películas suyas, me ocasionaba un sentimiento de aversión por lo que consideraba sus actuaciones más planas que los pies de Perry el Ornitorrinco.
Pero algo pasa con este señor, que, picando piedra, ha ido depurando sus actuaciones hasta el punto de realmente, poder sostenerse como un actor 'de peso' sacando adelante proyectos que, según se vé, su 'agente' ha seleccionado cuidadosamente haciendo un trabajo extraordinario en los últimos años.
Seven Psychopaths, fue una grata sorpresa. Si Cristopher Walken realiza un trabajo impecable en el filme, Colin no se queda atrás, y resultó muy bien librado. Dando vida a un arquetipo, lleva a la hilaridad siendo blanco de comentarios y diálogos magistrales como el de '[Marty]-I don't have a drinking problem. I just like drinking. [Billy]-Of course you do, Marty. One, you're a writer. Two, you're from lreland. It's part of your heritage. ¡You're fucked!', en una actuación que no cae en la caricatura pero que se permite jugar con la tragicomedia en ese papel que parece haber sido escrito ex-profeso pensando en él.
Pero lo realmente impresionante fue su actuación en la cinta que, al menos hasta donde he podido ver, en nuestro país ha pasado sin pena ni gloria: 'Dead man down'. Al lado de Noomi Rapace -quien también intenta salir del estereotipo, y arriesgarse en un papel por demás exigente- hacen una mancuerna de química agridulce, pocas veces captada en pantalla.
La crítica norteamericana hace trizas el filme. Por la dirección del otrora ya entronizado Niels Arden Oplev y su ya trilogía de culto 'Millenium', quien se permite hacer cine con sabor europeo, echando mano también de la insípida pero rimombante maquinaria hollywoodense.
Pero si se le mira con otros ojos, y se ahonda en esa historia que tiene también sus lados flacos y costuras muy al vuelo, se rescatarán momentos que valen los poco más de 100 minutos que dura el filme. Si la línea general, la venganza tan elaborada que resulta increíble es quizá el lado más criticable y el gran punto débil de la película, la trama secundaria, la relación entre dos seres rotos, despedazados, cada uno aislado en su mínimo infierno personal, es lo que salva la proyección del filme.
El segundo gran punto flaco es el 'happy ending' a que no pudo sustraerse el director mencionado. Quiero pensar, y supongo, que urgido por esa misma maquinaria hollywoodense que ahora le critica. Pero esos minutos finales, clásicos entre lo clásico de la filmografía norteamericana que busca grandes entradas en taquilla, no anulan ni demeritan esa trama secundaria que he mencionado, y por la que considero, que con todo y sus grandes fallas, los aciertos del filme merecen por parte del espectador una oportunidad, sin lugar a dudas.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.
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