Mi abuela y Borges


Pasé al segundo tomo de las 'Obras completas'. Este tiene menos de 600 páginas, así que me lo tomo con calma.

Hoy me salió al paso un cuento que deliberadamente terminé de leer antes de salir del trabajo, y medirme frente a frente contra el sol de las 3 de la tarde.

Avelino Arredondo, es el título de ese cuento, inesperado y también brutal.

El vocabulario es minuciosamente mantenido en lo mínimo e indispensable, lo necesario para decir lo que tiene que decirse. Mas llegando a la mitad del cuento, un verbo me hizo revivir aquella sensación que experimenté al leer por primera vez el capítulo 105 de Rayuela, que es si no mal recuerdo, una 'Morelliana'.

En ese capítulo, Cortázar habla de las cosas que van olvidándose, vocablos que denotan objetos perdidos, irrecuperables.

Una de esas palabras, es el verbo 'recordarse'. No 'Recordar' de hacer memoria o 'rememorar', sino 'recordarse' en la acepción de 'despertarse'. ¡Cuánta propiedad existe en este verbo, utilizado en dicha acepción!

Hubiera preferido recordarse con el sol ya bien alto, pero la costumbre de hacerlo cuando clareaba pudo más que su voluntad.

Ese verbo, en ese cuento escrito cuando Borges tenía 70 años, era usado por mi abuela con esa misma connotación, y era algo muy habitual.

Mi abuela no conoció ni escuchó hablar de Borges en casa. Decir lo propio de Borges sería estúpido e ingenuo. Pero encontrar, y saber que ambos compartían en un nivel básico, y si quiera por una sola palabra, el mismo vocabulario, es algo que no me asombra. No en balde mi abuela era narradora exquisita, y presiento que algo de lo poco literato que llevo encima, se lo debo a ella.

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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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