Sacramento, Rito, Sacramental, Ritual, Parafernalia


La comunicación, reducida a su nivel más básico e inmediato, se compone de elementos definidos y determinados que es posible advertir quasi inmediatamente.

El esquema comúnmente aceptado -y que aún así, no deja de ofrecer problemas apenas se escarba un poco- es el de:


emisor --- mensaje --- receptor

|------------código-----------|

Esto resulta válido en los esquemas donde la comunicación intenta ser desglosada, dejando a la vista el proceso más elemental y necesario para que la comunicación pueda, efectivamente, llevarse a cabo.

La definición de 'Sacramento' según la Iglesia de rito Romano, es la de 'Vía eficaz que transmite la gracia'. Esta definición, ya por sí sola, presenta varios problemas. Incluso, su construcción está pensada para ir en contra de lo que la idea protestante en tiempo de la Reforma, tenía en mente al echarle -y con justa razón- en cara a la curia romana el lucro que hacían con la venta de indulgencias y demás.

Lo que resaltaré en este momento es ese aspecto de 'Vía eficaz'. Vía, camino, medio, mensaje, todo esto en este punto es equivalente aunque quizá no sinónimo.

La diferencia entre el Sacramento y el Sacramental es que el Sacramento 'imprime' la gracia, el Sacramental no llega a tanto.

Hablamos de 'Sacramentales' cuando los Ritos y Rituales no cumplen esta función de 'imprimir' o 'signar'. Por ejemplo, en las congregaciones carismáticas, donde en algunas ceremonias suele incluirse la imposición de manos por parte del sacerdote o pastor. En estos casos, tomándose como 'Asambleas de Adoración y Alabanza', no se lleva a cabo la realización de un Sacramento que 'imprima carácter', sino que hace su aparición el 'Sacramental'.

Esto no es tan confuso como parece: si la razón de ser de los Sacramentos en cuanto tales es la de imprimir carácter y ser vehículos eficaces de la gracia, según la terminología del rito católico-romano, la función del sacramental es sólo la de 'motivar' o 'alentar' la gracia -y por ende, la presencia del Santo Espíritu- ya presente en aquel que es sujeto del sacramental.

La cuestión del Rito es, frecuentemente, pasada por alto. Incluso, el Rito suele confundirse frecuentemente con la Liturgia.

El Rito es el conjunto de prácticas -rituales- que se emplean de manera sistemáticamente en la realización de los Sacramentales y Sacramentos. El Rito es el sustrato que se encuentra bajo y que da soporte a los Sacramentos y Sacramentales.

Por ejemplo, los rituales del bautismo judío por inmersión se conservaron en su forma más general en los rituales copto-cristianos que siguen vigentes hoy día, incluso entre algunas comunidades ortodoxas.

Un ritual por sí mismo no puede abarcar el total del rito, es decir, no hay rituales 'totales', aunque sí puede darse el caso de Ritos que soporten Sacramentos 'totales' o 'totalizadores'. En el caso de la Iglesia Católico-Romana se tiene la Eucaristía, ejemplo excelso, insuperable e inigualable.

El ritual para la celebración eucarística marca 2 mesas: la mesa de la palabra y la mesa del pan. En la primera la liturgia ofrece la oportunidad del acto de contrición, la alabanza, y la escucha de la Palabra. En la mesa del Pan se lleva a cabo el Sacramento mismo, que si está sustentando por el fiel u oyente dispuesto adecuadamente, interactúa trascendiendo los límites mismos del tiempo de la celebración y lugar de la celebración. Si la preparación necesaria no existe, el sacramento no deja de actuar, aunque no de manera eficaz, sino de una forma muy limitada al topar con las limitaciones y trabas del fiel u oyente que lo recibe. Como se puede ver, la gracia jamás se desperdicia -Dios mismo no se desperdicia- sino que el hombre es quien limita y anula la gracia mencionada, al renunciar a la gracia cuando da entrada en su vida al pecado.

Para que la eficacia y eficiencia de Rito y Ritual y Sacramento y Sacramental hagan mella en el ánimo espectador, fiel u oyente, se hace uso de la parafernalia. Algún lector bien prevenido no dejará de presentar objeciones. Si llegan a externarse, les daremos seguimiento. La parafernalia es la que termina, lamentablemente, sustituyendo al ritual y dejando apenas en pie el Rito, aunque apenas si interactúa con el sacramental y aún hoy día no puede competir con el Sacramento en sí.

Me explico: las posturas, los gestos, los enseres utilizados en la celebración de Sacramento, Sacramental, Rito y Ritual, todo ello cabe dentro de la parafernalia.

El cáliz de la Eucaristía puede ser de barro u oro, puede ser tan sólo un pequeño recipiente de vidrio con unas gotas de vino en el, o puede ser llegado el caso, la palma de la mano del sacerdote. En estos casos la parafernalia desaparece quedando Ritual y Rito, Sacramento y Sacramental, en pie. Mas si pensamos en una celebración eucarística en el Vaticano, por ejemplo, el Domingo de Resurrección, la parafernalia prácticamente lo ocupa todo, permitiendo que el observador no informado pase por alto el Rito, Rituales, Sacramentales e incluso el Sacramento mismo.

El refinamiento y la excelsitud de la parafernalia siempre irá en detrimento del Sacramento, y ni que decir del Sacramental, Rito y Ritual. Porque la tentación de la parafernalia, de lo rimbombante y estridente es algo a lo que la Iglesia actual na podido escapar, preocupada como está por mantener el número, cuando lo importante, lo realmente importante, es la esencia, la sustancia.



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Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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