Advocatus diaboli

El gran adversario a vencer cuando se trata de formarse una opinión sobre asuntos delicados como la religión, la ética y la moral, es el fundamentalismo. Independientemente de los colores que pueda tomar, el fundamentalismo generalmente está sujeto a leyes basadas en la autoridad, esto es, considerar válido algo por el solo hecho de suponer a quien lo dijo un vocero indiscutible de la verdad. Sea el Cristo, Mahoma, Buda, Confucio, Brahma o quien se guste, la reducción a intransigentes principios, normas o dictámenes básicos topará de frente con una realidad cambiante, y susceptible de gradaciones tales que serán reflejo de la individualidad humana en sus multiformes realidades.


Los jerarcas de la Iglesia Católica en México -no se confunda con la Iglesia Católica Mexicana, que somos todos los bautizados y por tanto podemos pensar distinto de esos señores jerarcas- han opinado lo que ya se venía venir y fue deducido por gran número de feligreses mexicanos:

El peligro de abusos sobre niños adoptados por parejas homosexuales, el daño psicológico por la discriminación social, la exclusión sistemática de distintos ámbitos escolares y culturales, la alta probabilidad de que el hijo adoptado decida volver suya la forma de vida de sus padres... No son todos, mas en cadena nacional en los noticieros matutinos de hoy apareció la noticia.

Aquí es donde asoma el problema y el peligro del fundamentalismo. Hace tiempo escribí sobre estas cuestiones, dejando en claro una cosa: mi opinión se basa en conjeturas que no están sustentadas en estudios clínicos, sociales, económicos o políticos, y por tanto, reconozco que puedo estar equivocado de pe a pa.

Mas si la Iglesia Católica en México opta por emitir opiniones tomando como norma válida lo escrito en los Evangelios Canónicos, se corre el riesgo de buscar el confrontamiento con la falsa idea de pensar que la verdad y razón 'están de nuestro lado', enarbolando el mensaje evangélico ante la constitución, y favoreciendo las rencillas y encontronazos que a nada conducirán y que sí dañarán gravemente a esos niños que se pretende proteger.

Sólo el análisis detallado, los estudios clínicos y psicológicos que no estén predispuestos o maleados podrán ayudar a esclarecer los alcances de las acciones legales, y también de las opiniones y defensas de grupos religiosos: no puede ignorarse el hecho de que existen parejas homosexuales que han formado ejemplares hombres y mujeres heterosexuales, cuyos valores sobrepasan el promedio, y sin ningún desmerecimiento de su dignidad. Dicha verdad innegable también debiera ser un aliciente para buscar soluciones y no sólo anatemizar con la mirada puesta en una Biblia lejana, a la que hay que explicar y amoldar constantemente para que sus palabras tengan cabida en las sociedades actuales.

Espero poco, mas aún espero que esos jerarcas, empeñados en defender los estatutos más absurdos del cristianismo, se la piensen dos veces antes de atacar rastreramente a las parejas homosexuales: no se dañará a los niños o niñas que serán adoptados en un futuro próximo, se dañará irremediablemente a los niños o niñas que ya viven en el seno de familias cuyos padres son homosexuales, que han sido excluidos y marginados, problemática a la que la Iglesia Católica, al menos en México, también ha hecho frente de manera apocada, miope, insuficiente, y rebosante de prejuicios.



Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

Comentarios