In medio virtus

La simplificación no pretende obviar la problemática subyacente:

La teología nace sólo cuando una religión está más o menos formalizada, incluyendo un conjunto de creencias básicas, un rito más o menos 'estándar' y posee una coherencia interna que le permite diferenciarse positivamente de otro conjunto de creencias.

¿Por qué el hombre hace teología? Esta es otra pregunta que debiera estar en el principio de toda investigación teológica, y también suele pasarse de largo.

Los motivantes -y condicionamientos- son diversos, tan diversos como puede serlo los fieles o creyentes abrigados bajo determinado credo. Las primeras reflexiones en torno a lo que es efectivamente creer, y la existencia real o positiva de aquello en que se cree proveen los puntos de partida para la elaboración de una teología también más o menos bien organizada, que necesita hacer frente sin temor a la cuestión de la existencia real de Dios en cuanto divinidad.

Las argumentaciones cualquiera que estas sean, deberán enfrentarse a su vez con la espinosa cuestión de la posibilidad de comunicación y relación entre el creyente y la divinidad, y cuáles serán los canales idóneos para que tal comunicación pueda realizarse y llevarse a cabo.

En este punto, no estamos elaborando teologías sobre el amor, liberación, esperanza, comunidad... o lo que usted guste y mande, sino que se pretende e intenta contestar el cúmulo de preguntas que no sólo los teólogos, sino el conjunto entero de creyentes, debe hacerse apenas comienza a realizar metódicamente sus rituales.

Discurriendo lógicamente, se advierte que la comunicación entre la Divinidad y el hombre sólo será posible con un condicionante insuperable: deberá ser consentida por la Divinidad, bajo los términos y condiciones que dicha Divinidad especifique.

Es en este punto donde la lógica cede paso a la fe: si dicha comunicación es posible o nó es algo que no puede comprobarse 'científicamente' hablando. Por demás, la ciencia en cuanto tal tiene que ver muy poco en las cuestiones trascendentales que supone la existencia de una Divinidad y los creyentes que afirman dicha existencia.

En cuanto a la demostración 'científica' de Dios es poco lo que puede decirse, o prácticamente nada. Se procede sólo con la fé, y jamás mediante la lógica.

Mas el proceso de este convicción que formula leyes, normas, decretos, ritos, necesita y requiere de esa misma lógica para elaborar un edificio robusto, sin grietas, donde sea posible sustentar cualquier afirmación que se haga sin contradecir el desarrollo histórico, y la coherencia interna de un sistema religioso cualquiera. [...]


Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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