Ficciones muy reales
Es común entre literatos observar que la realidad sobrepasa con creces, y frecuentemente, a 'la ficción'. Esto porque la ficción tiene como límites el retorcido discurrir del creador, y la realidad se nutre de los retorcidos actuares de un grupo indefinido e indeterminado de actores.
Por más que en una novela aparezcan 2 o 3 actores principales, la realidad no se conforma con los conductores de la trama: acciones infinitesimales anulan o justifican paso a paso las decisiones y acciones más descabelladas.
Antes de continuar, dejaré en claro que no puedo dar valores o jucios 'no-subjetivos' sobre aquello que escribo. Los lectores dirán si es buena o mala mi escritura, y lo único que puedo hacer es constantemente revisar la escritura en cuanto tal, y evitar en lo posible errores garrafales, de sintaxis, concordancia, ortografía y demás.
Ahora, lo siguiente:
Cuando escribí Sirenito aún no sabía qué escribiría para el LLL XXXIII que habla de Satanás. El Sirenito tiene una manía, que consiste en introducirles en la boca el papel de envoltura que salvaguarda los lonches o tortas de 'ternera' -que él y sus amigos comen en el cine mientras ven películas porno- a las víctimas a las que viola y luego mata.
Rudy hizo lo propio con su última víctima, mas fue un pedazo de su ropa que no aparece en el relato transcrito por Russell.
Y por si fuera poco, hace una semana y media, José Gámez, un buen amigo, me hizo un comentario escalofriante vía messenger: el cuento se había vuelto 'realidad' en la ciudad de Monterrey, al parecer.
Tres muchachos drogadictos secuestran a dos estudiantes, para violarlas una y otra vez en un cuartucho donde también a ellas las drogan. No se dijeron jamás sus nombres de pila, mas las víctimas los reconocieron y las investigaciones llevaron hasta los culpables por los apodos que se decían entre ellos. La diferencia fue que entre tanto mal, por lo menos las chicas no perdieron la vida en ese atentado despiadado.
La noticia apareció en Multimedios, en el canal de la televisora. Parece que fue el domingo hace ya casi dos semanas. Lamentablemente no pude encontrar la referencia de ese atentado, y por más que busqué en los medios impresos no hallé la noticia por ningún lado.
José Gámez también buscó, mas no pudo dar con el dato exacto de la aparición de la noticia.
Quién sabe qué oscuros trasvases se obran en la mente de los escritores cuando teclean sus historias. Pareciera que en lugar de crear se limitan algunas veces a transcribir, cual si fueran antenas receptoras de carne y huesos, lo que el subconciente colectivo no se anima siquiera a murmurar.
Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.
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