Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México

Quod scripsi, scripsi!


Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México


Joaquín García Icazbalceta



Portada de la obra




Advertencia

Adorno

Con el deseo de publicar el señor licenciado don José Antonino González su apología de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe de México, solicitó en 1883 la correspondiente licencia de la autoridad eclesiástica. El ilustrísimo señor Arzobispo, don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, pasó el manuscrito al señor don Joaquín García Icazbalceta a fin de que diese su opinión; pero este Señor se lo devolvió inmediatamente, pidiéndole que le excusase de ocuparse en este asunto, pues no era teólogo ni canonista. Insistió el señor Labastida, diciéndole por escrito que no le pedía su opinión como teólogo o canonista, sino como persona muy versada en la historia eclesiástica del país, y añadía «que se lo rogaba como amigo y se lo mandaba como prelado». Cediendo el señor García Icazbalceta a estas instancias, se resolvió a dar su parecer, y le dio en efecto: aunque desentendiéndose de juzgar la obra del señor González, se ocupó en general de las Apariciones de la Santísima Virgen y de su imagen de Guadalupe, bajo el aspecto puramente histórico. Tal es el origen de la Carta que ahora se publica.

Varias personas ilustradas tuvieron oportunidad de ver el autógrafo original y aun de sacar copias. El señor don José María de Ágreda y Sánchez le tuvo tres veces, por lo menos, en su poder y sacó copia íntegra. También estuvo en las manos del señor don Francisco del Paso y Troncoso y en las del sabio padre carmelita fray José María de Jesús, a quienes lo envió el autor por conducto del señor Ágreda, y no mucho tiempo antes de la muerte del señor Icazbalceta le vieron, entre otras personas, el señor don Jesús Galindo y Villa y el distinguido académico don Rafael Ángel de la Peña. El señor Ágreda instó al autor a que publicara la Carta; pero éste se excusó diciéndole que no tenía vocación de mártir, y que de publicar aquella, se expondría, sin duda alguna, a las iras de los aparicionistas, quienes, si no habían respetado al señor Obispo de Tamaulipas, que rehusó sostener la llamada tradición, por no hacer traición a su conciencia, mucho menos respetarían a él, que no estaba revestido de tan alto carácter.

No faltó, empero, quien se procurase una de las copias de la Carta, la tradujese al latín, y dándole nueva forma, la publicase en un folleto de 61 páginas en 4.º común, y dos hojas de índice y erratas, intitulándola: De Beatissima Maria Virgo Apparitione in Mexico sub titulo de Guadalupe Exquisitio Historica. Sin fecha ni lugar de impresión. El señor don Fortino Hipólito Vera, Canónigo entonces de la Colegiata y exaltado aparicionista, la tradujo enseguida al castellano y la insertó en su abultado e indigesto volumen que lleva por título: Contestación histórico-crítica en defensa de la Maravillosa Aparición de la Santísima Virgen de Guadalupe al anónimo intitulado: Exquisitio Historica -Querétaro.- Imp. de la Escuela de Artes. Calle Nueva núm. 10.-1892. En 4.º, XV pág. 715 de texto y una hoja de índice. El mismo autor de la traducción latina, suprimiendo la pretendida refutación del señor Vera y anotando la traducción castellana de éste, la imprimió de nuevo con el título de Exquisitio Historica. Anónimo escrito en latín sobre la Aparición de la Beata Virgen María de Guadalupe. Segunda edición. -Jalpa. Tipografía de Talonia. -1893.- En 4.º, 47 páginas y una hoja de Tabla.

Pero ninguna de estas ediciones reproduce íntegro el texto del señor García Icazbalceta. El traductor latino, cambiando la forma epistolar, lo publicó como disertación, omitió varios párrafos y mutiló otros. En la traducción castellana se siguió enteramente el texto anterior, y así quedó desfigurado el estilo en que fue escrito el original.

La presente edición, única correcta e íntegra, se ha hecho teniendo a la vista la copia fiel y exacta que, con permiso expreso del autor, sacó del original el señor Ágreda.

Por último, hay que advertir que desde el año 1883, en que fue escrita la Carta, hasta el presente, han sido impresos varios documentos que el autor de ella cita como manuscritos.

En cuanto al mérito de la Carta, el lector imparcial encontrará en ella, el mismo recto criterio y honradez que caracterizaron a los escritos del docto bibliógrafo y eminente historiador.

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