Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México. 6 - 10.

Quod scripsi, scripsi!

6.- Las dudas acerca de la verdad del suceso de la Aparición, tal como se refiere, no nacieron de la Disertación de don Juan Bautista Muñoz: son bien antiguas y bastante generalizadas, a lo que parece. Prueban esto último las muchas apologías que ha sido necesario escribir, lo cual fuera excusado si el punto hubiera quedado esclarecido de tal modo desde el principio, que no dejara lugar a duda. En cuanto a la antigüedad de la desconfianza, puede Vuestra Señoría Ilustrísima ver entre los libros y papeles que le dio el señor Andrade una carta autógrafa del padre Francisco Javier Lazcano, de la Compañía de Jesús, fecha en México a 13 de abril de 1758 y dirigida a don Francisco Antonio de Aldama y Guevara, residente entonces en Madrid. Contesta a una de éste, escrita el 10 de mayo de 1757, en que se habla ya de la impugnación de un «desatinado fraile jerónimo», sobre lo cual pide más datos el padre Lazcano. La Bula de la concesión del patronato es de 1754; de suerte que antes de los tres años de conocida, ya hubo un religioso que de palabra o por escrito no temiera impugnar lo que se dice aprobado en aquella bula. El doctor Uribe, en los últimos años del siglo anterior, estimulado sin duda por el sermón del padre Mier, aunque no lo nombra, tuvo que salir a la defensa del milagro. La Memoria de Muñoz, escrita en 1794, permaneció sepultada en los archivos de la Real Academia de la Historia, hasta el año de 1817.

7.- Para añadir hoy una nueva apología a las varias que ya se han escrito, convendría tener a la vista los muchos documentos descubiertos después de publicada la última, que es la del señor Tornel (pues no quiero dar tal nombre al virulento folleto anónimo no ha mucho publicado en Puebla). Parece que el autor del manuscrito no ha conocido estos documentos, pues no los cita.

8.- Muñoz tampoco los conoció, ni pudo conocerlos; pero todos ellos no han hecho más que confirmar de una manera irrevocable su proposición de que «antes de la publicación del —3→ libro del padre Miguel Sánchez, no se encuentra mención alguna de la Aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego».

9.- Caímos ya en el argumento negativo, tan impugnado por los apologistas de la Aparición, sin duda porque conocen que no puede haber otro contra un hecho que no pasó. Porque sería absurdo exigir que los contemporáneos tuvieran don de profecía, y adivinando que más adelante se inventaría un suceso de su tiempo, dejaran escrito con anticipación que no era cierto ni se diera crédito a quienes lo contaran.

10.- La fuerza del argumento negativo consiste principalmente en que el silencio sea universal, y que los autores alegados hayan escrito de asuntos que pedían una mención del suceso que callaron. Ambas circunstancias concurren en los documentos anteriores al padre Sánchez; y aun hay en ellos algo más que argumentos negativos, como pronto vamos a ver.

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