Mi protesta III
O tempora, o mores!
Y eso que el vate [o vato?] aquél no vió estos tiempos, y lo distinto que es el concepto de patria, poema, ética, política, derecho y demás.
Jesús Olague, a quien le gustan los buenos econtronazos y es un contendiente de respeto y bravo, ha escrito en una de las últimas entradas de su blog algo respecto a la sanción al poeta Witz, y las otras sanciones, como las de la Pau o Thalía... [estas últimas creo que fueron más bien sanciones por no haberse quitado la bandera de encima, que por habérsela puesto encima. A buenos entendedores... jajaja].
Con poco ánimo de seguir dándole vueltas y vueltas, coincido y discrepo como crepa de algunos puntos que enumera Jesús.
Coincido completamente en:
En fin, más allá de toda esta discusión, no estoy de acuerdo con esta multa de cincuenta pesos, desde mi punto de vista Witz Rodríguez debió ser sancionado de una manera más severa, claro que sin exagerar, por el simple hecho de haber agredido a uno de los Símbolos Patrios.
Dando por hecho que los símbolos patrios valgan algo, y que la patria también es el conjunto mismo de esos símbolos, encontraríamos en el poema en cuanto texto una agresión directa contra los mismos.
Es decir, de introducir el texto en un programa que contenga todos los códigos penales y civiles, y analizándolo con este para encontrar transgresiones a la ley, el poeta y su texto -que no el poema, es algo muy distinto- sería mandado encarcelar con la pena máxima y con la multa máxima. Sin duda alguna.
El problema comienza en que estamos blandiendo las mismas espadas y pendones en territorios disímiles como lo son: la política, la jurisprudencia, y la literatura.
Literariamente hablando: el poema es válido y tiene calidad -algo que sus detractores le niegan y reniegan-, y sería un absurdo pretender -como se hizo por uno de los magistrados- pretender sancionar al poema aduciendo su 'falta de calidad'.
La libertad de expresión en cuanto permite expresar una postura incluso contraria al sistema político a que se pertenece -la tolerancia es una cifra de todo estado políticamente maduro- debería estar salvaguardada por sobre intereses particulares, comenzando por los intereses mismos de los jueces o magistrados.
Si no existiese esta libertad, tan urgente y necesaria como la libertad de culto, o la libertad de ideología que nos permite afiliarnos a un partido político cualquiera, entonces estaríamos más fritos que unas enchiladas de feria de pueblo.
La libertad de expresión me permite escribir lo que pienso incluso pasando por alto las normas gramaticales, la sintaxis y los modismos ad usu -qué tan conveniente o nó, tan deseable o nó, tan 'bueno' o nó es otro asunto, y sobre esto corrió un montón de tecladazos en un post de Simitrio donde tuve el gusto de conocer a Jesús Olague- y el derecho debe velar por la intocabilidad de estos derechos y garantías individuales.
El escritor puede publicar su poema, dárselo a leer a quien quiera, a lectores que podrán o nó compartir su estilo, y también su visión sobre el tema o temas tratados. Y en efecto, es una incitación, una invitación expresa a 'hacer lo mismo'.
Si amenazo con plantar una bomba en el Monumento a la Revolución -donde curiosamente no hay revolucionarios enterrados, sólo los 'pelones' alentados por el gobierno represor en turno de México de principios del siglo pasado- y publico mi intención de hacer tronar dicha bomba en una fecha determinada, y doy los detalles de la bomba y determino el lugar exacto donde se ubicará, aún con todo eso, mientras la bomba no se construya, y no se detone, nadie puede acusarme de delito alguno.
Mi delito sería, en tal caso, el haber fungido como 'autor intelectual' del crimen, si alguien más se decide llevarlo a cabo.
Y hay una trampa a ojos vistas en este planteamiento. Dar instrucciones para hacer una bomba es precisamente ayudar a otro a construir sus propias bombas. [Gracias, Echelon, ya sabes que me vale madres que leas esto, y que BBusssch y compañía pueden irse a chingar a su reverendísima y puta madre].
Sergio Witz, hasta donde sé, no ha usado el trapo tricolor para limpiarse el trasero. Al menos, hasta donde sé, nadie lo ha visto hacerlo.
Dice el axioma latino [que magistrados de pacotilla han pasado por alto una y otra vez]:
Non verba, sed facta punita sunt.
No las palabras, sino los hechos son castigados.
Y el poema de Witz, y el escritor mismo, no pueden ser castigados, ni deben ser castigados. Es absurdo hablando según el derecho y la jurisprudencia, pretender castigar el hecho mismo de pensar, hablar y escribir y leer.
[Pregunta muy al caso: cuando las casas editoriales encargadas de publicar los códigos penales y civiles y la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, cometen un error, añadiendo u omitiendo una letra, entonces también están cometiendo delitos de lesa majestad en contra de la Patria?].
Thalía y la Pau sí, hay delito material en las fotos [según la abtrusa ley de protección a los símbolos patrios, que legisladores, diputados, senadores, monopolistas y demás se pasan por el arco del triunfo todos los días]. Lo de Coque también es otra pendejada: sería ultrajar el himno si hubiera olvidado la canción a propósito: ni ofició de terrorista contra el lenguaje ni organizó una sublevación ni incitó a otros a hacerlo.
Bueno, como estoy dando vueltas y vueltas sobre lo mismo, termino con esto:
el ultraje mayor a la banderita tricolor está a la vista de todos, en los colores del Partido Revolucionario Institucional. Para comenzar a 'respetar' esos símbolos patrios, habría que comenzar por retirarle los colores patrios a dicho partido, o permitir al resto que los use -creo que Convergencia los incluye, es un buen comienzo-.
Así que una solución propuesta -para el PRD, PAN Y PRI- va a continuación.
Y eso que el vate [o vato?] aquél no vió estos tiempos, y lo distinto que es el concepto de patria, poema, ética, política, derecho y demás.
Jesús Olague, a quien le gustan los buenos econtronazos y es un contendiente de respeto y bravo, ha escrito en una de las últimas entradas de su blog algo respecto a la sanción al poeta Witz, y las otras sanciones, como las de la Pau o Thalía... [estas últimas creo que fueron más bien sanciones por no haberse quitado la bandera de encima, que por habérsela puesto encima. A buenos entendedores... jajaja].
Con poco ánimo de seguir dándole vueltas y vueltas, coincido y discrepo como crepa de algunos puntos que enumera Jesús.
Coincido completamente en:
- Los sistemas de procuración de justicia andan por los suelos.
- La vara con la que se mide no tiene el mismo largo para unos que para otros.
- La Constitución debe ser revisada en algunos artículos que han quedado obsoletos porque fueron redactados en y para otras circunstancias.
En fin, más allá de toda esta discusión, no estoy de acuerdo con esta multa de cincuenta pesos, desde mi punto de vista Witz Rodríguez debió ser sancionado de una manera más severa, claro que sin exagerar, por el simple hecho de haber agredido a uno de los Símbolos Patrios.
Dando por hecho que los símbolos patrios valgan algo, y que la patria también es el conjunto mismo de esos símbolos, encontraríamos en el poema en cuanto texto una agresión directa contra los mismos.
Es decir, de introducir el texto en un programa que contenga todos los códigos penales y civiles, y analizándolo con este para encontrar transgresiones a la ley, el poeta y su texto -que no el poema, es algo muy distinto- sería mandado encarcelar con la pena máxima y con la multa máxima. Sin duda alguna.
El problema comienza en que estamos blandiendo las mismas espadas y pendones en territorios disímiles como lo son: la política, la jurisprudencia, y la literatura.
Literariamente hablando: el poema es válido y tiene calidad -algo que sus detractores le niegan y reniegan-, y sería un absurdo pretender -como se hizo por uno de los magistrados- pretender sancionar al poema aduciendo su 'falta de calidad'.
La libertad de expresión en cuanto permite expresar una postura incluso contraria al sistema político a que se pertenece -la tolerancia es una cifra de todo estado políticamente maduro- debería estar salvaguardada por sobre intereses particulares, comenzando por los intereses mismos de los jueces o magistrados.
Si no existiese esta libertad, tan urgente y necesaria como la libertad de culto, o la libertad de ideología que nos permite afiliarnos a un partido político cualquiera, entonces estaríamos más fritos que unas enchiladas de feria de pueblo.
La libertad de expresión me permite escribir lo que pienso incluso pasando por alto las normas gramaticales, la sintaxis y los modismos ad usu -qué tan conveniente o nó, tan deseable o nó, tan 'bueno' o nó es otro asunto, y sobre esto corrió un montón de tecladazos en un post de Simitrio donde tuve el gusto de conocer a Jesús Olague- y el derecho debe velar por la intocabilidad de estos derechos y garantías individuales.
El escritor puede publicar su poema, dárselo a leer a quien quiera, a lectores que podrán o nó compartir su estilo, y también su visión sobre el tema o temas tratados. Y en efecto, es una incitación, una invitación expresa a 'hacer lo mismo'.
Si amenazo con plantar una bomba en el Monumento a la Revolución -donde curiosamente no hay revolucionarios enterrados, sólo los 'pelones' alentados por el gobierno represor en turno de México de principios del siglo pasado- y publico mi intención de hacer tronar dicha bomba en una fecha determinada, y doy los detalles de la bomba y determino el lugar exacto donde se ubicará, aún con todo eso, mientras la bomba no se construya, y no se detone, nadie puede acusarme de delito alguno.
Mi delito sería, en tal caso, el haber fungido como 'autor intelectual' del crimen, si alguien más se decide llevarlo a cabo.
Y hay una trampa a ojos vistas en este planteamiento. Dar instrucciones para hacer una bomba es precisamente ayudar a otro a construir sus propias bombas. [Gracias, Echelon, ya sabes que me vale madres que leas esto, y que BBusssch y compañía pueden irse a chingar a su reverendísima y puta madre].
Sergio Witz, hasta donde sé, no ha usado el trapo tricolor para limpiarse el trasero. Al menos, hasta donde sé, nadie lo ha visto hacerlo.
Dice el axioma latino [que magistrados de pacotilla han pasado por alto una y otra vez]:
Non verba, sed facta punita sunt.
No las palabras, sino los hechos son castigados.
Y el poema de Witz, y el escritor mismo, no pueden ser castigados, ni deben ser castigados. Es absurdo hablando según el derecho y la jurisprudencia, pretender castigar el hecho mismo de pensar, hablar y escribir y leer.
[Pregunta muy al caso: cuando las casas editoriales encargadas de publicar los códigos penales y civiles y la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, cometen un error, añadiendo u omitiendo una letra, entonces también están cometiendo delitos de lesa majestad en contra de la Patria?].
Thalía y la Pau sí, hay delito material en las fotos [según la abtrusa ley de protección a los símbolos patrios, que legisladores, diputados, senadores, monopolistas y demás se pasan por el arco del triunfo todos los días]. Lo de Coque también es otra pendejada: sería ultrajar el himno si hubiera olvidado la canción a propósito: ni ofició de terrorista contra el lenguaje ni organizó una sublevación ni incitó a otros a hacerlo.
Bueno, como estoy dando vueltas y vueltas sobre lo mismo, termino con esto:
el ultraje mayor a la banderita tricolor está a la vista de todos, en los colores del Partido Revolucionario Institucional. Para comenzar a 'respetar' esos símbolos patrios, habría que comenzar por retirarle los colores patrios a dicho partido, o permitir al resto que los use -creo que Convergencia los incluye, es un buen comienzo-.
Así que una solución propuesta -para el PRD, PAN Y PRI- va a continuación.
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