Costa Gavras: Amén [A Gaby]
Tengo la fortuna de haberme casado con una mujer que no comparte mis gustos, aunque a últimas fechas, y casi diez años después, algo hemos adquirido el uno del otro.
Al principio de nuestro matrimonio era imposible, impensable, que pudiéramos ver cierto tipo de cine juntos. De esta época datan algunas de las películas memorables que recuerdo y vuelvo a ver con deleite cada vez que puedo. Sin ir más lejos, estoy viendo a tomas, en pedazos de quince minutos 'Lost killers', de la que en el 2001 ví sólo quince minutos, y me dejó grata y tremendamente impactado. Qué música! Y esas tomas de un cielo color azul rey desplomándose sobre las vías del tren, son increíbles.
Hay cosas que no pueden pedirse a todo el mundo, y hay cierto tipo de cine que no es digerible por todo el mundo.
Amén es una película de este tipo.
La actuación de Mathieu es absolutamente apropiada, y Ulrich no se queda atrás. El antisemitismo retratado en el filme, y los cuestionamientos éticos de ciertas acciones pudieran ser aplicados sin mayor variación a incontables situaciones plenamente identificables, y con vigencia innegable: la guerra de Irak, las matanzas en África, la represión en Venezuela, los ataques con visos de purga a movimientos paramilitares, como el perpetrado contra el campamento de las FARC.
Por naturaleza propia, todo movimiento 'anti' surge de una negación virulenta, y en términos e intensidad semejante, de algo que nos incomoda. Mas al ser todos parte de la misma 'sociedad global', encerrados por el momento en esta que es la única tierra que tenemos, lo 'anti' tiene carácter de cáncer: intento de matar y acallar lo que llevamos dentro, lo que somos, desde lo que somos.
Es delicadísimo intentar obtener, de la narración lineal y perfecta del filme, normas de conducta que permitan juzgar sin prejuicios las posturas innequívocas de ciertos círculos de la iglesia católica. No se puede defender lo indefendible.
Y en este punto, suele pasarse por alto que, antes que ser una institución divina, la iglesia está formada por hombres de carne y hueso, que tienen vicios, inclinaciones, una manera de tomar decisiones y velar por sus propios intereses. Dice el axioma teológico católico: 'La gracia presupone la naturaleza', que aterrizado al lenguaje coloquial significaría algo así como: 'el hábito no hace al monje', o 'aunque la mona se vista de seda, mona se queda'.
Haciendo un malabar, y dando un brinco de sesenta años, el intento de Juan Pablo II de limpiar y acallar la conciencia de los pocos católicos conscientes de serlo que quedan [no me atrevo a escribir 'quedamos', porque mi conciencia choca muchas veces con el status quo] al pedir perdón por los crímenes perpetrados en nombre de la fé, es un arma de doble filo, como bien advirtieron en su momento los estudiosos y críticos de la historia y política internacionales.
El hecho mismo de pedir perdón dá armas a los contrincantes y detractores de la iglesia como institución enmedio del mundo [problema menor], y a la vez justifica y delimita en sus límites inherentes las acciones que pretenden absolverse [el verdadero problema]. Al pedir perdón se asume la responsabilidad por matanzas, persecuciones, condenas y exclusiones, y automáticamente se les incluye como tales, y sin posibilidad de tergiversación alguna, en el desarrollo total del proceso que ha vivido la iglesia desde sus orígenes, y en todos los niveles: histórico, político, sociológico, geográfico, ideológico, filosófico, y teológico, por decir algo.
La realización de filmes que nos cuestionen como este es algo que podemos y debemos agradecer tanto a los actores, como escritores de los guiones y directores de cámaras. Pero no es posible, en modo alguno, permanecer impávidos ante los problemas planteados: qué tanta legitimidad tienen hoy día algunas acciones realizadas por la iglesia en cuanto institución meramente humana? Quién tiene el derecho y la capacidad de juzgar si sus acciones corresponden o nó al ideal [ideario?] que persiguió su fundador? [Adviértase, de nuevo, mi postura cuando hablo de fundaciones y demás, que dejé en una respuesta a uno de tus riquísimos y sabrosos posts de las últimas semanas: seguro la recuerdas].
Quizá no aventuro demasiado al decir que ambos sabemos que la importancia y riqueza de estos filmes es, más que dejarnos con una respuesta, dejarnos con un montón de preguntas y cuestionamientos.
Agradezco, como quizá vos también lo haces, que este tipo de puyas surjan y nos obliguen a no sentirnos satisfechos con 'aquello que hemos sido' o 'aquello que hemos pensado':
es precisamente la ordenanza por excelencia del Evangelio y su imperativo categórico: no tomar el arado para ir volteando hacia atrás.
Sabemos de dónde venimos, lo que no sabemos es a dónde llegaremos, y es en esta ignorancia que encontramos aliciente para no quedar absortos y maravillados por el paisaje: el camino es largo, y qué gusto poder recorrer algunos trechos juntos.
Salud.
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