Solución propuesta [a Caro y Gabi]
Sabemos que hay soluciones más complicadas que otras.
Esta es de término medio. Nada que sea imposible.
Primero: tener deseos de enviar flores. [La mera intención no basta, y aunque pudiera ser que el mero deseo tampoco, ya es un buen inicio. A mayor deseo, mayor fuerza de voluntad y mayor probabilidad de éxito. A menor deseo, mayor probabilidad de fracaso.]
Segundo: Conseguir un planeta lo suficientemente grande para tener fuerza gravitacional propia, un clima templado [humanamente hablando; no preguntar a los selenitas, allá la cosa está gélidamente ardiente.]
Tercero: Dotarse de una buena cantidad de semillas, las suficientes para que al germinar formen juntas un 'ramo' con sendas raíces en el suelo.
Cuarto: dejar que las semillas crezcan. Eso sí, hay que recordar regarlas con agua dulce, por la mañana y poco antes del anochecer. Un poco de abono resulta estupendo. Cuando las flores aún son capullos, y están a punto de abrirse, entonces deberemos pasar al
Quinto: Envío por paquetería dedicada. Una galaxia como medio de transporte resulta ideal, barato económico, súmamente eficiente.
Sexto: recepción del paquete en el domicilio. Aquí hay que tomar una decisión, porque a menos que se viva en un planeta tan grande como Júpiter, nuestras flores plantadas no lucirán como deben en el jardín. Lo más conveniente es mudarse de planeta.
Séptimo día: Descansar. Y claro está, darse tiempo de seguir regando las flores*, si se cuidan con suficiente esmero, en algún par de millones de años estarán decorando la parte faltante del nuevo planeta.
*A modo de postdata: aquí 'regar las flores' significa exactamente eso: regar las flores. Porque 'regar las flores' es otra cosa muy distinta, y de poco o nada ayudaría a nuestro jardín. Hago la observación por aquellos lectores mexicanos interesados en poner en práctica lo arriba dicho, y que ya saben a qué me refiero.
Esta es de término medio. Nada que sea imposible.
¿Cómo se envían unas flores sembradas?
Primero: tener deseos de enviar flores. [La mera intención no basta, y aunque pudiera ser que el mero deseo tampoco, ya es un buen inicio. A mayor deseo, mayor fuerza de voluntad y mayor probabilidad de éxito. A menor deseo, mayor probabilidad de fracaso.]
Segundo: Conseguir un planeta lo suficientemente grande para tener fuerza gravitacional propia, un clima templado [humanamente hablando; no preguntar a los selenitas, allá la cosa está gélidamente ardiente.]
Tercero: Dotarse de una buena cantidad de semillas, las suficientes para que al germinar formen juntas un 'ramo' con sendas raíces en el suelo.
Cuarto: dejar que las semillas crezcan. Eso sí, hay que recordar regarlas con agua dulce, por la mañana y poco antes del anochecer. Un poco de abono resulta estupendo. Cuando las flores aún son capullos, y están a punto de abrirse, entonces deberemos pasar al
Quinto: Envío por paquetería dedicada. Una galaxia como medio de transporte resulta ideal, barato económico, súmamente eficiente.
Sexto: recepción del paquete en el domicilio. Aquí hay que tomar una decisión, porque a menos que se viva en un planeta tan grande como Júpiter, nuestras flores plantadas no lucirán como deben en el jardín. Lo más conveniente es mudarse de planeta.
Séptimo día: Descansar. Y claro está, darse tiempo de seguir regando las flores*, si se cuidan con suficiente esmero, en algún par de millones de años estarán decorando la parte faltante del nuevo planeta.
*A modo de postdata: aquí 'regar las flores' significa exactamente eso: regar las flores. Porque 'regar las flores' es otra cosa muy distinta, y de poco o nada ayudaría a nuestro jardín. Hago la observación por aquellos lectores mexicanos interesados en poner en práctica lo arriba dicho, y que ya saben a qué me refiero.
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