Planet Terror & Death proof...
o 'Sí, echamos de menos a los hermanos Almada'.
Ayer vi la mitad de Planet Terror, y Death Proof completa. Los últimos experimentos de Rodríguez y Tarantino, filmados en formatos casi setenteros donde no les importa meter celulares de última generación, son un verdadero golpe de adrenalina, o una patada en los güevos [perdón, mamá y hermanas, si leen esto].
El juego llevado al extremo, situaciones inverosímiles y efectos especiales más visuales que manejados por computadora, hacen que en verdad tengamos deseos de largarnos un maratón con todas las cintas de los Almada... incluídas 'Puerto maldito' y 'Siete en la mira'.
Viendo a Rodríguez y a Tarantino haciendo de las suyas, añorando y resucitando -es lo que hacen, resucitar de un solo golpe toda la tradición fílmica- los formatos de los 70's y principios de los 80's, reivindican y hacen patente que la tradición como tal no puede deshacerse de un fragmnto cualquiera sin trastocar el ordo rerum en que se integra hasta lo más profundo.
Son cintas, qué duda cabe, donde el morbo y el erotismo que fueron pensados en sus principios como principal atracción para un público adolescente aparece en formas refinadas, y pensadas para los 'adultos' que aún hoy día recordamos cómo se daban los cortes en los cines o salas de proyección, cuando le gritábamos al cácaro que fuera a chingar a su madre, por cortar la escena donde la chica estaba por quitarse el sostén.
El blog de cine que tengo ligado a la derecha, habla de la fijación de Tarantino por los pies femeninos. Aquí no deja de lado su fijación, y resalta una escena de Death Proof donde a una protagonista le arranca literalmente hablando pie y pierna en una toma de cámara que cualquiera hubiera juzgado imposible. Y es una escena que será -quizá ya es- un referente para todos los filmes por venir que tengan escenas de choques frontales de autos.
Quizá se basa un mucho en la escena de 'Amores perros' y los puntos de vista múltiples del impacto -recuerdo que ni 'Crash', la versión con Holly Hunter, hizo lo mismo, aparecen los choques, pero siempre desde el punto de vista único y unívoco del lente que retrata y narra la historia- son espectacularmente buenos. Y este loco italiano tiene la intrepidez de no contentarse con una toma múltiple de un solo suceso: lo multiplica al número de 4, dando distintas aproximaciones de las distintas víctimas que van en el vehículo.
El final, que no contaré, me hace pensar que Tarantino juega con el sentimiento del espectador al provocarlo directamente. Si lo hubiera tenido a la mano, le hubiera dado también un par de patadas en los güevos o le hubiera pasado mi carro por encima -tengo un chevrolet malibú 80 maravilloso, así que ya sabría a qué atenese-.
En fin, si les gusta el cine alocado, y precisamente hiperrealista, son un par de filmes que no pueden dejar pasar. Ya saben a qué atenerse: desmembramientos, cercenaciones, y provocaciones directas por parte de estos directores, que han de ser fanáticos de la cecina, y la carne a la tártara.
Y antes de cerrar este post, algo de la poesía brutal de Robert Rodríguez. Será al principio del filme Planet Terror, donde el protagonista dice a la bailarina agogó:
-Te quedaste con mi chaqueta. Estuve buscándola 2 semanas cuando te fuiste.
-Me preguno cuánto tiempo estuviste buscándome a mí...
-La chaqueta era mía. Tú nó.
Ayer vi la mitad de Planet Terror, y Death Proof completa. Los últimos experimentos de Rodríguez y Tarantino, filmados en formatos casi setenteros donde no les importa meter celulares de última generación, son un verdadero golpe de adrenalina, o una patada en los güevos [perdón, mamá y hermanas, si leen esto].
El juego llevado al extremo, situaciones inverosímiles y efectos especiales más visuales que manejados por computadora, hacen que en verdad tengamos deseos de largarnos un maratón con todas las cintas de los Almada... incluídas 'Puerto maldito' y 'Siete en la mira'.
Viendo a Rodríguez y a Tarantino haciendo de las suyas, añorando y resucitando -es lo que hacen, resucitar de un solo golpe toda la tradición fílmica- los formatos de los 70's y principios de los 80's, reivindican y hacen patente que la tradición como tal no puede deshacerse de un fragmnto cualquiera sin trastocar el ordo rerum en que se integra hasta lo más profundo.
Son cintas, qué duda cabe, donde el morbo y el erotismo que fueron pensados en sus principios como principal atracción para un público adolescente aparece en formas refinadas, y pensadas para los 'adultos' que aún hoy día recordamos cómo se daban los cortes en los cines o salas de proyección, cuando le gritábamos al cácaro que fuera a chingar a su madre, por cortar la escena donde la chica estaba por quitarse el sostén.
El blog de cine que tengo ligado a la derecha, habla de la fijación de Tarantino por los pies femeninos. Aquí no deja de lado su fijación, y resalta una escena de Death Proof donde a una protagonista le arranca literalmente hablando pie y pierna en una toma de cámara que cualquiera hubiera juzgado imposible. Y es una escena que será -quizá ya es- un referente para todos los filmes por venir que tengan escenas de choques frontales de autos.
Quizá se basa un mucho en la escena de 'Amores perros' y los puntos de vista múltiples del impacto -recuerdo que ni 'Crash', la versión con Holly Hunter, hizo lo mismo, aparecen los choques, pero siempre desde el punto de vista único y unívoco del lente que retrata y narra la historia- son espectacularmente buenos. Y este loco italiano tiene la intrepidez de no contentarse con una toma múltiple de un solo suceso: lo multiplica al número de 4, dando distintas aproximaciones de las distintas víctimas que van en el vehículo.
El final, que no contaré, me hace pensar que Tarantino juega con el sentimiento del espectador al provocarlo directamente. Si lo hubiera tenido a la mano, le hubiera dado también un par de patadas en los güevos o le hubiera pasado mi carro por encima -tengo un chevrolet malibú 80 maravilloso, así que ya sabría a qué atenese-.
En fin, si les gusta el cine alocado, y precisamente hiperrealista, son un par de filmes que no pueden dejar pasar. Ya saben a qué atenerse: desmembramientos, cercenaciones, y provocaciones directas por parte de estos directores, que han de ser fanáticos de la cecina, y la carne a la tártara.
Y antes de cerrar este post, algo de la poesía brutal de Robert Rodríguez. Será al principio del filme Planet Terror, donde el protagonista dice a la bailarina agogó:
-Te quedaste con mi chaqueta. Estuve buscándola 2 semanas cuando te fuiste.
-Me preguno cuánto tiempo estuviste buscándome a mí...
-La chaqueta era mía. Tú nó.
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