[Casi] Una catástrofe numérica

En la Capilla Sixtina se efectuó el otro día un grande ricevimento superior a todo lenguaje. L'Ambasciatore del Deserto del Sahara presso la Santa Sede mi fece l'onore di portarme seco. Asistieron casi todos los números, del uno al mil, menos el 41 que vive en Alemania y el 69 que como Ud. sabe de sobra, vive dans une position assez compliquée...
Allí estaban el uno y el dos, conversando de la docena que con frecuencia usa media. El nueve, hermoso como Narciso, saludaba como si se viera en un espejo. El once, paralelo y a punto de ser otra cosa, se presentó en pijama, no sé por qué. El 33, condenado a muerte, estaba ya muy pálido. El 88 era el vivo retrato de Genaro Estrada. El 99, como Clemenceau, ya no decía más que pendejadas a propósito de todos los temas. El 103 se justificaba masculinamente... El 1000 llegó arrastrando ceros atados como los prisioneros en el 2o. acto de Aída. Después entraron las cifras gordas, con aire de gran robo. Por último llegaron los ceros a la izquierda, hablando de grados, minutos y segundos. En fin, entró el máximo común divisor y como Ud. debe comprender, por poco nos lleva el carajo en ese momento.

Carlos Pellicer, carta al Sr. Ingeniero don Arturo Pani, Roma, 9 de julio de 1928.

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