Se levantó... y andó

Los mesianismos modernos, a pesar de su bien marcada tendencia a la 'renovación' y 'lectura actualizada de la clientela', tienden a adolecer las mismas deficiencias y taras de los mesianismos clásicos: aparecen en épocas marcadas por la crisis, encumbran a un ser humano de carne y hueso hasta volverlo semidiós, y terminan generalmente con una época de radiante esplendor a la que sigue el adoctrinamiento y el desencanto.

Luis Donaldo Colosio apareció, al igual que otros muchos modernos mesías, antes de tiempo. Por eso fue acallado brutalmente,la envergadura de la tarea que proponía -ni más que menos que la limpieza a fondo de un partido ya entonces putrefacto, el PRI- era un esfuerzo solitario en contra de una tradición que ya entonces duraba sesenta años. Y sin embargo, otro priísta convencido hasta la barbarie de haber aparecido y vivido en el momento oportuno, fue la hoy nefasta y odiada figura de Gustavo Díaz Ordaz, y su émulo disminuído, Luis Echeverría.

Ambos aparecieron justo a tiempo, cuando la sociedad reclamaba el respiro ante la asfixiante maquinaria política, burocrática y económica que ya entonces hacía estragos en el campo, y hacinaba en ciudades insalubres, sin ningún sentido de utilidad urbanística y sin planes concretos de 'desarrollo sustentable' a las masas emergidas de la provincia, que terminaban siendo los 'milusos' tan bien representados por Héctor Suárez en sus películas ya de antología. No tuvieron otra salida, mesías implacables de su propio partido, ideología y sus propios intereses, prefirieron sacrificar al pueblo en favor de unos cuantos privilegiados, a quienes era necesario mantener contentos.

El caso más reciente de mesianismos absurdos lo representa, quién va a dudarlo, Andrés Manuel López Obrador. Militante de todos los colores y sabores, lector cuidadoso y minucioso del sentimiento populachero -y nó popular- que exige mucho y concede poco, el mismo tránsito de un partido a otro debería bastar para ver hasta dónde la ambición del poder, la avaricia y el ego desmedido son capaces de acallar cualquier pudor, cualquier asomo de verguenza.



Se ha montado en mil y un proyectos, todos con tintes populacheros y politiqueros, lanzando consignas en principio -y sólo al principio- a favor de los oprimidos, y después gritando a voz en cuello que el único presidente legítimo es él, cuando ya no cuenta ni siquiera con aquellos cien mil seguidores incondicionales que andaban tras él para todos lados, delegación por delegación en el Estado de México. Sus discursos finales cuando aún era un fiel y convencido perredista no pasaban de tener más de doce mil asistentes -según cálculos rápidos de los observadores más avezados-, y entonces, cuando vio que no daba para más, decidió emigrar al PT, y entrar en el juego de las alianzas extrañas entre los partidos menores de México, que sólo cuestan a México y sus ciudadanos impuesto sobre impuesto, y aportan poco a la verdadera democracia.

La desaparición de 'Luz y Fuerza del Centro' coincide con ese mesianismo absurdo, incomprensible. Nadie más indicado que él para subirse en el lomo de esa bestia con ochenta y ocho mil piés, nadie más indicado que él para erigirse en el nuevo 'mártir' del sistema. Porque a ese asunto -y aunque no nos guste, y haya quienes acusen a Calderón de fascismo- ya se le dió carpetazo y ha sido almacenado en el arcón de los asuntos que es preferible olvidar, fue cerrado como advertencia punitiva contra el resto de los sindicatos que ya hacen oír el clamor y el llanto, amenazando con hacer presencia a nivel nacional, y amenazando al país con una supuesta inmortalidad -inmoralidad, también?- como el SNTE.

'Somos un organismo autónomo, y nunca vamos a desaparecer' se escucha decir a los dirigentes de SNTE. Y olvidan los señores del sindicato que el valiente vive sólo hasta que el cobarde quiere: quieran o no el sindicato del SNTE lo pagan los mexicanos. Si fueran autónomos, autosuficientes, necesitarían que las fortunas personales de sus distintos líderes estuvieran 'invertidas' como fondo común, capital que generara de perdido intereses financieros en algún banco, y sabemos de sobra que eso no es así.

La desaparición de Luz y Fuerza no es sólo un ajuste del moderno sistema económico, o producto directo de la crisis que atraviesa el país, se trata en el fondo y sin duda alguna, de una estrategia política que busca debilitar al partido opositor -hoy por hoy el PRI- dividiéndolo desde adentro. Los ochenta y ocho mil pies manifestando en favor de AMLO son cuarenta y cuatro mil votos efectivos que no tendrá el PAN, pero seguramente tampoco tendrá el PRI a su favor, las próximas elecciones.

Y las leyes de la matemática simple son más útiles ahora que nunca. Cualquier número sumado a cero, seguirá dando cero.

Mesías de nuestro tiempo, AMLO ha resultado ser lo que el sistema endeble y enclenque de Calderón necesita: la trituradora que deshace la basura y putrefacción en fragmentos diminutos, que pueden ser desechados sin ningún problema en los más oscuros ductos del drenaje subterráneo.

AMLO se ha convertido en el ejemplo perfecto de la ciencia de punta aplicada al campo de la política: es un hoyo negro que todo aniquila, y por más que se alimente y aliente, jamás podrá dejar de ser lo que es. Seguirá hipnotizando a las masas, quienes buscarán refugio en él, sin saber que se dirigen a la desintegración total, a la autodestrucción, al aniquilamiento.

Y no podía ser de otra manera: todo mesianismo exige que el mesías sea uno, único. Los demás, los mortales, pueden ser ignorados. Mientras se tenga la convicción de tener de su lado a la divinidad de eso que para él es 'la voluntad y conciencia de México' seguirá ignorando a cuanto mexicano se le ponga enfrente. Porque para él, la voluntad de México, y las demandas del pueblo de México, son cosas bien distintas.



Nam stat fua cuiq~ dies, breue et irreparabile tempus.

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